• 2020-03-29 12:01:01
    Actividades Infantiles

    Por tercer día consecutivo vengo a contaros un poco más sobre mi aventura. Ya llegamos al final.

    Como os dije ayer tras la noticia de que debíamos volver vino la de la cancelación de los vuelos y tras eso la búsqueda de medios de vuelta a casa. Mientras lidiaba con las mil emociones que recorrían mi cuerpo y mente. Felicidad por volver a casa pero tristeza por tener que dejar aquel piso que de una manera u otra también se había convertido en mi casa. Incertidumbre por todo lo que quedaba, el no saber cuando íbamos a volver o si quiera si íbamos a poder volver pronto. Esa noche del martes al miércoles mis horas de sueño fueron escasas, la espera a la respuesta de la embajada me tuvo en vela. Pero por fin llegó , ¡era posible coger ese ferry que nos llevaría de vuelta a casa! Teníamos que rellenar los papeles de justificación de nuestro movimiento por el país. Creíamos que nos llevaría un rato y por ello decidimos que tal vez la mejor opción era coger el ferry del día siguiente, decisión que todas acordamos. Las mejores noticias vinieron cuando la empresa que allí nos manejaba todo nos dijo que era posible rellenar esos papeles y volver ese mismo día. Tras lo cual en la casa hubo una pequeña discusión, dos de las chicas se habían hecho a la idea de que volvíamos al día siguiente y las otras dos estábamos dispuestas a huir cuando fuera posible. Todo ello sumado a los nervios y las mil emociones que cada una estaba viviendo hizo que estallaramos, pero no fue nada más que una cosa momentanea.

    Eran las tres de la tarde y a las siete y media nos ibamos. La tarde pasó mientras terminaba de guardar todo y salí a la calle para ir a la farmacia, en ese momento me quedé muy impactada. A penas había gente por la calle, en la farmacia solo se podía entrar de dos en dos, todo el mundo llevaba mascarillas y guantes… Hasta el lunes todo había sido tan normal que esa escena me causó muchísimo impacto. Tras una tarde en la que los minutos a decir verdad no pasaban, llegó la persona que nos iba a llevar, cargamos nuestras maletas en el coche y me despedí de aquel pueblo que durante mes y medio tanto me había dado. Todavía me quedaban largas horas de ferry hasta Barcelona, con la incertidumbre y el miedo de no saber que pasaría al llegar a Barcelona, por que las noticias de España decían que la situación iba cada vez peor. Finalmente después de un viaje de dos horas llegamos al puerto donde tuvimos un embarque un tanto largo, el ferry que salía a las once de la noche terminó saliendo a la 1:30 de la mañana. A cada pasajero tenían que revisarle toda la documentación y medir la fiebre. Desde luego el embarque y viaje fueron largos, aunque conseguí dormir en el pequeño camarote que cogimos cosa que hizo el viaje más llevadero. A pesar de que fue un viaje lleno de miedo e incertidumbre logramos llegar a Barcelona, y el pánico se apoderaba de mi al
    creer que nos quedaríamos en cuarentena o alguna cosa así pero al llegar todo fue perfecto y yo al salir del puerto automáticamente abrace a una de las chicas que venía conmigo y ambas nos echamos a llorar. Por fin después de tres días que se nos habían hecho como tres semanas pisabamos suelo español, a partir de aquí podía pasar cualquier cosa pero al menos estábamos más cerca de casa. A continuación llegó la odisea de buscar un hotel a las once de la noche, a la tercera llamada dimos con un hotel en el que nos instalamos, cenamos un poco mientras cogíamos los billetes de autobús de Barcelona a Pamplona. Después de tres días de un sueño bastante pobre pude descansar con la tranquilidad de que volvíamos a casa.

    Al día siguiente nos despertamos con la noticia de que nuestro ferry era el último que dejaron entrar en España, no podíamos creerlo, y es que de camino a casa en el autobús Cataluña anunciaba que decidía cerrar sus fronteras con el resto del país. A las nueve y media de la noche del viernes 13 de Marzo llegué a la estación de autobuses de Pamplona y de ahí directa a casa. Desde donde vi como 14 de Marzo se anunció el estado de emergencia y el confinamiento en España.

    Con perspectiva y lágrimas en los ojos puedo decir que ha sido una locura, una montaña de emociones y que no nos queda poco que vivir aquí, pero desde casa todo se ve de otra manera. Y qué felicidad volver a estar aquí.