• 2023-04-23 11:15:00
    Cultura

    MANIFIESTO DÍA DEL LIBRO 2023


    La emoción comienza con el mero hecho de elegirlo de la estantería. Una vez escogido, buscamos un sitio cómodo y nos recreamos en la portada, en sus ilustraciones y en las particulares formas de las letras. Inmediatamente después de abrirlo da comienzo el hechizo: un sinfín de signos de apariencia incomprensibles para el niño son convertidos por el adulto en sonidos que a su vez forman palabras e historias que marcarán a quien las lee y a quien las escucha.


    He tenido que esperar demasiado para volver a leer en voz alta. Han debido pasar casi cuarenta años para acompañar de nuevo a alguien en la aventura que supone sumergirse en los libros. Hace mucho mucho tiempo y justo antes de dormir, yo me acomodaba en la cama de mi hermano y, poco a poco y de manera todavía insegura y dubitativa, le iba descubriendo los significados de las letras y las palabras y las frases. No recuerdo qué cuentos le leía, pero sí la sensación de vivir juntos un momento mágico y la convicción de que aquellas lecturas compartidas fueron fundamentales para nuestro vínculo como hermanos. Ahora, casi cuatro décadas después, vuelvo a tener esta maravillosa oportunidad: puedo ser testigo del asombro que una buena historia provoca en el rostro de un niño absorto en la narración. Formo parte de una cadena de lectores en la que cada eslabón es imprescindible para que la fascinación por las palabras se mantenga en el tiempo. Los niños, absortos hoy en la lectura, mañana serán los narradores; de la palabra escuchada a la palabra pronunciada.


    Se dice a menudo que los libros son puertas, pero a veces se olvida que, al principio de nuestras vidas, no siempre somos capaces de abrir las que nos vamos encontrando. No es difícil recordar el esfuerzo titánico al intentar alcanzar aquel picaporte que siempre se escurría entre nuestros dedos infantiles y como, en muchas ocasiones, era la mano de una madre, un padre o una abuela la que finalmente giraba la manivela. Algo similar ocurre con la lectura: antes de saber descifrar los misterios del alfabeto carecemos de la clave que nos permitirá abrir por nosotros mismos esas puertas que son los libros. Ahí es donde el papel del adulto se convierte en fundamental. El placer de escuchar historias se crea en la primera infancia, y ese deleite está en la base misma de la posterior afición por la lectura. Si nadie nos cantó, nos contó ni nos leyó antes de dormir, será difícil que al crecer amemos los libros, por lo que es fundamental que les leamos a las niñas y los niños que nos rodean. Solo así sembraremos semillas de palabras que germinarán en futuros lectores.


    La casa en la que vivimos suele tener una única puerta que nos comunica con el exterior. Sin embargo, si somos capaces de construir dentro de ella una buena biblioteca, nuestro hogar no tendrá una única puerta, sino tantas como libros hayamos reunido. Descubramos esos libros y traspasemos esos umbrales para vivir otras vidas y viajar en el tiempo y en el espacio. Y nunca olvidemos a quienes nos leyeron en voz alta en «aquellos días azules y bajo aquel sol de la infancia», porque fueron la llave que abrió por vez primera el cofre del tesoro donde se guardan todas las historias.


    ¡Feliz día del libro 2023!


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